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OPINIÓN

Y que ahora sí vacunarán, ¿será cierto?

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Tercera Instancia, por Modesto Barros González //

Otro tranquilizante para la población parece ser el anuncio de que ahora si ya se dispondrá de vacunas suficientes para la población mayor, en un principio y terminar con quienes están al frente del combate de la terrible pandemia del Covid-19, anunció AMLO.

La población está a la expectativa de conocer y sentir las estrategias que se implementarán para suministrar los químicos y que no vaya a ocurrir, como ya se ha visto, puras promesas incumplidas y declaraciones populistas y con presunto fondo promotor para las próximas elecciones.

Aunque no se quiere reconocer, pero desde hace varias semanas se ha sembrado la duda y angustia entre habitantes de toda la República Mexicana, por no mostrar el Gobierno de la República, la seriedad debida y comprometida que debe de imponerse ante la tragedia que se ha estado viviendo y donde casi 200 mil personas han perdido la vida y más de un millón han resultado infectadas con el virus.

El primer mandatario del país, tuvo que ir de gira, como ya lo hacho varios fin de semana, para anunciar que ya “no cunda el pánico” y que gracias a su “excelente” gobierno que dirige y sus “brillantes” colaboradores, se dispondrá del producto químico suficiente para buscar inmunizar a la mayoría de mexicanos.

Por desgracia existe personal médico, de enfermería, de asistentes y de sanidad en general que siguen esperando la primer aplicación y otros miles la segunda porción, ante la desaseada operación y manejo del producto y su aplicación.

Pero eso si salió a la luz pública, como los consentidos de AMLO, “se sirven de la nación” o denominados por sus jefes como “Siervos de la Nación”, se vieron privilegiados con recibir la vacuna y obtener la protección del producto químico, mucho antes que quienes participan en la atención y cuidados de enfermos, pero ya se salieron con la suya y pueden seguir impunemente en “su labor” de trasmitir el proselitismo a favor del partido político oficial del Gobierno de la República.

Los jerarcas y seguidores incondicionales de Andrés Manuel López Obrador, afiliados o simpatizantes de MORENA, sin recato alguno anuncian en su propaganda que gracias a ese instituto han aportado recursos suficientes para apoyar en el combate de la pandemia y para la vacunación, como si en verdad fueran recursos de su propiedad o dinero obtenido por la militancia y simpatizantes, sin tener la mínima pena que es dinero de todos los mexicanos que pagan con impuestos y por decisión gubernamental se los entregan a manos llenas.

Así las cosas se confirma lo que tantas veces ha dicho el Señor Presidente, “que no son iguales a los anteriores gobernantes” aunque las acciones sean las mismas o peores en algunos casos.

¡BUSCA NO QUEDASE ATRÁS EAR!

Como las carreras parejeras de caballos, parecieran que están jugando el Presidente de la República, AMLO y algunos de los gobernadores, para sobresalir en medidas que implementan para combatir la pandemia, uno de esos mandatarios locales es el de Jalisco, Enrique Alfaro Ramírez.

Apenas el pasado viernes, el titular del Poder Ejecutivo de Jalisco, con bombo y platillo ordenó la población en el Periódico Oficial del Estado, de acciones para controlar y prevenir el contagio del tremendo Covid-19.

En el documento oficial que ocupa 12 cuartillas, se recuerda que el 11 de marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud, anunció la existencia del coronavirus a nivel mundial.

En la mayoría de los países se implementaron medidas de emergencia para prevenir contagios y atender a la población, pero como en otras ocasiones en México, se han visto rebasadas nuestras flamantes autoridades y constantemente han dado “palos de ciego” por no saber o no querer hacer mejores trabajos.

En Jalisco, vimos como el titular del ejecutivo se vio muy “tibio” e indeciso para buscar controlar contagios y dejar que la mayoría de las poblaciones en la entidad, hicieron lo que quisieron y se incrementaron los contagios.

El poder económico en varios casos, parece que logró “intimidar” a Enrique Alfaro Ramírez, y se les dio “manga ancha” para organizar y llevar a cabo eventos que permitieron convivir a decenas, cientos y miles de personas, hasta un partido de futbol profesional se permitió que se llevara a cabo, para que no se enojaran los dueños del equipo futbolero.

Hemos visto que la Comisión de Derechos Humanos de Jalisco, tan “gris” fue despertada y ha intervenido en favor de la población mayor de 60 años y que somos muchos, se permita el ingreso a los llamados súper, para realizar sus compras, pero eso si la “brillante” medida contrasta con lo que lo que constantemente permite el gobierno que el transporte urbano no tenga restricciones del cupo de usuarios.

Por desgracia todavía está muy lejos el sentir y lograr mejoras en la salud y la debida aplicación de vacunas en Jalisco, ya que la proximidad de las elecciones, provocan mayores fricciones y abusos para lograr abusos para obtener más votos.

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JALISCO

Un gobernador de redes sociales: La diplomacia según Lemus y el silencio que delata…

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Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco //

Pablo Lemus quiso jugar a la diplomacia. Se colocó su traje de “estadista internacional”, abrió su cuenta de X y decidió pronunciarse —veinticuatro horas después— sobre un conflicto que ni le competía ni le concernía directamente, pero que olía a oportunidad política: una funcionaria menor de Morena, Melissa Cornejo, fue cancelada —en redes y en visa— por el exembajador Christopher Landau, actual vicecanciller estadounidense. Lemus, con más cálculo que convicción, tomó aire, y escribió: “Eso no es Jalisco”.

Pero, ¿qué es Jalisco para Lemus? ¿Es acaso ese estado ejemplar que presume ante los diplomáticos gringos mientras, al mismo tiempo, sufre una de las tasas más alarmantes de desapariciones en el país? ¿Es ese “pueblo hermano” que, según él, mantiene relaciones respetuosas con los Estados Unidos, mientras la impunidad se pasea libremente entre sus aliados políticos, como Enrique Alfaro en Madrid, sin rendir cuentas por los más de 17 mil desaparecidos?

En su intento por desmarcarse de Melissa Cornejo —una joven militante que se inmoló en un tuit rabioso contra el imperio migratorio estadounidense— Lemus no midió que estaba exponiendo su propia desnudez política. Porque es muy cómodo condenar un mensaje soez desde la altura del poder, pero es más difícil responder cuando la diputada Itzul Barrera le devuelve el golpe con los datos que Lemus no publica en sus redes: alcaldes de su partido presos por crimen organizado, crisis hídrica en medio estado, y una Mesa de Seguridad donde el gobernador prefiere scrollear a intervenir.

Lemus no defendió a Jalisco. Se defendió a sí mismo. Se posicionó como el “buen mexicano”, el que sabe hablar inglés, el que presume relaciones internacionales y que, como todo buen político tecnócrata, se sube a los trending topics con frases bien medidas para caerle bien a los de afuera.

Pero en casa, su voz suena hueca. ¿Dónde está el mismo Lemus para condenar las ejecuciones extrajudiciales que policías municipales han protagonizado en su administración? ¿Dónde está para exigir justicia para las madres buscadoras hostigadas o desaparecidas? ¿Dónde estaba cuando Itzul Barrera le respondió con datos y él no supo replicar más que con silencio?

Este es el verdadero problema: Lemus no ve el fondo, solo la forma. Mientras Melissa Cornejo borra sus redes, él limpia su imagen con trapos ajenos. Mientras el vicecanciller Landau pontifica sobre los “glorificadores de la violencia”, el gobernador guarda silencio sobre los desaparecidos del 5 de mayo, los cuerpos embolsados en el río Santiago o los feminicidios en la zona metropolitana.

Y todo, para quedar bien con Washington.

Como decía un viejo columnista —al que esta pluma sigue rindiendo tributo—, “los políticos no son lo que dicen, sino lo que callan”. Y Lemus, al callar frente a los escándalos reales que le competen, pero alzar la voz solo cuando hay reflector extranjero de por medio, se pinta de cuerpo entero: es un gobernador de redes, no de gobierno.

En X @DEPACHECOS

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NACIONALES

La disfuncionalidad que viene

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Opinión, por Fernando Núñez //

Las elecciones judiciales, así como la marcha en contra de ellas, fueron un rotundo fracaso. Lo anterior nos dice que la lucha en torno a uno de los Poderes de la Unión es un proyecto –y contraproyecto– de las élites políticas del país, sin interés alguno por parte de la población. La cooptación de los juzgadores es un hecho consumado, y solo se habrá de revertir en un futuro un tanto lejano y después de una considerable e inevitable inestabilidad política.

“Nada es más peligroso que un pueblo que ha renunciado a su derecho a pensar por sí mismo”, afirmaba la estudiosa del totalitarismo político, Hannah Arendt. La desaparición de la capacidad crítica y la entrega ciega a un proyecto político, así como la instauración de la apatía y la indiferencia ante los sucesos políticos, son condiciones indispensables para la implantación de regímenes autoritarios/totalitarios.

La elección judicial en México deja claro que lo que existe no es una creencia ciega en un proyecto político, sino una muy peligrosa apatía política. Porque, por una parte, solo 13% de los electores mexicanos acudieron a votar, y el número sería considerablemente menor de no haber habido una operación nacional de acarreo político; pero, por otra parte, solo 3 mil personas se congregaron en el Ángel de la Independencia para protestar contra las elecciones, y en el resto de las principales ciudades del país los números fueron aún más raquíticos.

La lucha política en torno al Poder Judicial es un proyecto de las élites políticas. La captura de uno de los Poderes de la Unión no es un proyecto de las bases morenistas, porque estas no acudieron a votar. Pero mantener la independencia judicial tampoco es un proyecto de las bases opositoras, porque estas no acudieron a marchar. Tiene sentido: el Poder Judicial resulta muy abstracto –inclusive para las clases medias y medias-altas del país– como para querer ver su destrucción o su sostenimiento.

Lo anterior cobra más sentido aún ante el decrépito número de juzgadores que tenemos, y la falta de estado de derecho, trayendo como resultado una muy baja exposición de la población ante la impartición de justicia.

Y, sin embargo, el Poder Judicial resulta fundamental para el funcionamiento de la política, la economía y la sociedad. Además de la sepultura de la democracia y el fin de una era política, la elección judicial abrirá la puerta a los poderes fácticos, traerá aún más el debilitamiento del Estado mexicano y, con ello, la disfuncionalidad en el país. Eso ya lo vemos en una diversidad de indicadores que nos dicen que hay un continuo y creciente pesimismo entre la clase empresarial, y un constante y creciente estancamiento económico.

¿Cuándo comenzarán las protestas? Cuando comience a faltar dinero en los bolsillos de los mexicanos, y muy especialmente en los bolsillos de las clases medias del país. Eso, inevitablemente, viene.

Hay una peligrosa apatía política, y queda claro que las élites políticas son las únicas que se encuentran polarizadas. El sexenio de López Obrador comenzó con un capricho mayor al cancelar el NAIM, pero terminó con uno mayúsculo, sin precedente en la historia de la humanidad: la destrucción del Poder Judicial a través de elecciones populares. El futuro luce sombrío.

TikTok: @mxpatriota

Twitter: @FernandoNGE

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NACIONALES

Ligereza de palabras

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Opinión, por Miguel Anaya //

En tiempos en que el mundo atraviesa transformaciones profundas y las relaciones internacionales se redefinen casi a diario, la política de altura juega un papel vital para diseñar y sostener planes de largo plazo que beneficien a nuestro país.

En política, construir acuerdos conlleva tejer fino, requiere prudencia, inteligencia emocional y visión estratégica. Esos atributos no se improvisan: se forman, se cultivan, se aprenden. Y, precisamente por eso, no se encuentran fácilmente en cualquier perfil.

México no puede darse el lujo de tener servidores públicos que actúan desde el impulso, la ocurrencia o la rabia. Los cargos públicos se ejercen con responsabilidad y visión de Estado. No son espacios para la catarsis personal ni para los discursos de barricada. Cuando se tiene la representación de un cargo que la ciudadanía ha otorgado, se le debe corresponder con el nivel de seriedad y preparación que México necesita y merece.

Lo ocurrido recientemente con una consejera estatal del partido mayoritario, quien desde una red social lanzó un mensaje agresivo contra Estados Unidos, y la posterior respuesta del subsecretario estadounidense Christopher Landau, no fue un incidente aislado ni menor.

Es reflejo de un fenómeno preocupante: políticos que confunden la tribuna pública con una cuenta personal, que no distinguen entre su papel institucional y sus filias o fobias, que carecen de una formación básica para comprender que, en diplomacia, una palabra mal colocada puede detonar un problema real.

En una relación tan intrincada y delicada como la que México sostiene con Estados Unidos —marcada por una historia de invasión, sí, pero también por una interdependencia económica, social y cultural profunda— lo último que necesitamos es a quienes avivan el fuego desde una visión simplista y emocional. Peor aún, si son aquellos a quienes la ciudadanía encomendó la defensa del interés público y terminan actuando en contra de él por la falta de comprensión del mundo que habitan.

No se trata de agachar la cabeza ni de callar ante agravios. Defender la soberanía y la dignidad nacional es una obligación de todo gobierno. Pero hay una enorme diferencia entre ejercer esa defensa con inteligencia y firmeza, y provocar conflictos innecesarios por ignorancia o protagonismo. Esa diferencia la entienden los profesionales de la política, los improvisados, no.

En este contexto es justo reconocer la actitud de la presidenta Claudia Sheinbaum, quien ha llamado a la prudencia, a la altura de miras y a la responsabilidad en el discurso. Ese es el tono que un país con aspiraciones globales necesita. Ese es el ejemplo que debe permear hacia abajo en todos los niveles del poder, ojalá todos los funcionarios (especialmente los del Senado) lo entiendan y practiquen.

El episodio vivido revela una carencia estructural que atraviesa a prácticamente todos los partidos: la ausencia de verdaderas escuelas de formación política. Hoy vemos perfiles que llegan al poder sin preparación, sin conocimiento histórico, sin comprensión del entorno internacional y, sobre todo, sin capacidad de anteponer el bien común a sus impulsos personales o su ideología. Urge formar una generación de funcionarios que no solo repitan eslóganes, sino que entiendan contextos, construyan puentes, concilien posturas y piensen con sentido estratégico.

Hay que decirlo con claridad: la política no puede seguir siendo terreno de improvisación. No basta con la lealtad partidista ni con la popularidad en redes sociales. Necesitamos profesionales de la política, con formación, carácter y sensibilidad. Personas capaces de entender que su papel es servir al pueblo, no alimentar sus propias frustraciones o aspiraciones personales. La política exige temple, no berrinche.

Gobernar no es tuitear ni subir videos a Instagram o TikTok. Gobernar es cuidar el lenguaje, los tiempos, los vínculos, siempre con el objetivo de lograr desarrollo económico, justicia social y estabilidad. La soberanía y el bienestar no se construyen desde la confrontación banal, sino desde la inteligencia política y la serenidad. No necesitamos más políticos en campaña permanente.

El momento que atraviesa el país y el mundo en general, exige, más que nunca, profesionalismo, preparación y madurez. Todo lo demás es ruido. Y el ruido, cuando se convierte en política de Estado, termina convirtiéndose en una amenaza para todos. Menos ligereza de palabras y más peso a los argumentos.

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Tendencias

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